Introducción a una
historia de la Corte Suprema: distintas etapas
Hace algunos años, en la presentación de
un trabajo sobre las fuentes y lineamientos para el estudio de la historia de
la Corte Suprema argentina (El Derecho 194-966), señalaba que la realización de
una obra en la que se estudiara de modo sistemático y ordenado la historia de
nuestro máximo tribunal federal, era una asignatura en parte pendiente de los
constitucionalistas e historiadores del derecho de nuestro país. Con un grupo
de ellos estamos abocados a la tarea de contribuir a saldar parcialmente esa
deuda mediante una obra colectiva que analice las distintas etapas de su
historia. Es nuestra intención poder adelantar algunos contenidos de ella a
través de algunos post.
Nos parece que podemos afirmar que la
obra jurídica de mayor relevancia del derecho argentino está contenida en los
más de 330 tomos que hoy componen la Colección de Fallos de la Corte Suprema de
la Nación. Allí se contiene un vasto material jurídico “impregnado de realidad
argentina” (cfr. Fallos, 178:9 -año1937), ya que en sus fallos se ven
reflejados los avatares de nuestra vida institucional, los valores políticos,
jurídicos y culturales que predominaron en cada etapa histórica, los diversos
conflictos en cuya resolución se vio envuelta la Corte Suprema y los principios
y normas jurídicas a los que acudió para resolverlos. El estudio ordenado y
contextualizado de todo este material se presentó como un desafío académico al que
pretendemos dar respuesta con la elaboración de esta obra colectiva.
La actuación de la Corte Suprema
argentina puede ser realizada tanto desde una perspectiva sistemática,
tendiente a analizar y definir cuál es la misión institucional que ella está
llamada a cumplir, como desde una perspectiva histórica, examinando de modo
concreto cuál fue el rol que nuestro máximo tribunal cumplió en el desarrollo
del juego político e institucional argentino. Ambos enfoques son
complementarios y están llamados a enriquecerse mutuamente. Se aprende mucho
sobre el contenido de la función institucional que desarrolla nuestro máximo
constitucional cuando se acude a la experiencia histórica argentina y, a la
vez, es necesario estar provisto de categorías conceptuales políticas y
jurídicas que nos proporciona el derecho constitucional para encuadrar y
valorar la actuación del tribunal en cada una de las etapas de su historia. No
hace mucho tiempo, un conocido profesor de Ciencia Política me confesó que cada
día le resultaba más arduo el cultivo y el estudio de la politología y que, en
cambio, hallaba cada vez más amable y provechosa la lectura y el análisis de la
historia política. Según me decía, él había descubierto que la historia era
verdaderamente la “maestra de la vida”, ya que ella nos presenta los problemas
humanos de modo concreto y “encarnados”, superando así la posible y
esterilizadora amenaza de la abstracción y la utopía. La vida humana primero se
vive y después se cuenta. Las narraciones, las biografías personales y las
historias institucionales son muchas veces más aptas para transmitir la
realidad humana que los conceptos, las fórmulas y los modelos. La compleja
realidad institucional de la Corte Suprema, en la que las dimensiones políticas
y jurídicas aparecen tan entremezcladas, sólo se la conoce acabada y plenamente
cuando se analiza, con una perspectiva de la historia, su actuación en el marco
de los distintos escenarios en los que le correspondió desenvolverse. Sólo así
podemos comprender más acabadamente qué es la Corte Suprema, cuáles son sus
funciones y cómo ha cumplido y debe cumplir su misión institucional.
Las etapas de la historia de la Corte
Suprema argentina
Ronald Dworkin señala que la actividad de un tribunal de
justicia puede ser comparada a la elaboración de una única novela cuyos
capítulos son escritos por diversos autores, cada uno de los cuales debe
continuar el hilo de la trama elaborado por sus antecesores y añadir su propio
aporte. Es la imagen del “novelista en cadena”, a la que este autor acude para
describir, a nuestro juicio con mucho acierto, la tarea jurisprudencial de cualquier
tribunal. En nuestro caso, el estudio de la historia de la Corte Suprema
argentina, nos reclama, como primera tarea, identificar esos diversos
capítulos, analizar su contenido y visualizar quiénes han sido sus principales
protagonistas y actores.
La obra colectiva está estructurada en
base a la división de la historia de la Corte Suprema argentina en doce etapas,
cada una a cargo de un investigador que la analiza según pautas y criterios
comunes que estructuran y orientan el desarrollo de cada uno de los distintos
capítulos.
Para la periodización de la historia de
nuestra Corte Suprema, para la delimitación de sus distintos “capítulos” que la
conforman, nos hemos inspirado en los criterios propuestos, hace ya casi
cuarenta años, por Julio Oyhanarte en su valioso trabajo Historia del Poder Judicial, que ha sido un punto de
referencia ineludible para los posteriores obras en esta materia. Siguiendo y
completando esas pautas hemos dividido la historia de la Corte Suprema en los
siguientes doce períodos:
1° Etapa (1863-1903): Colección de
Fallos, Tomos 1 al 97
2° Etapa (1903-1930): Colección de
Fallos, Tomos 97 a 158
3° Etapa (1930-1947): Colección de
Fallos, Tomos 158 a 208
4° Etapa (1947-1955): Colección de
Fallos, Tomos 207 a 232
5° Etapa (1955-1958): Colección de
Fallos, Tomos 232 a 240
6° Etapa (1958-1966): Colección de
Fallos, Tomos 240 a 265
7° Etapa (1966-1973): Colección de
Fallos, Tomos 265 a 286
8° Etapa (1973-1976): Colección de
Fallos, Tomos 286 a 294
9° Etapa (1976-1983): Colección de
Fallos, Tomos 294 a 305
10° Etapa (1983-1990): Colección de
Fallos, Tomos 305 a 313
11° Etapa (1990-2003): Colección de
Fallos, Tomos 313 a 326
12º Etapa (2003- ): Colección de Fallos,
Tomos 326 y ss.
La tarea de establecer las diversas
etapas históricas requiere identificar dónde se encuentran los quiebres, los
virajes conceptuales y axiológicos, en medio de la continuidad propia de la
labor jurisprudencial. Esta tarea, en el caso de la historia de la Corte
Suprema argentina del último medio siglo, está especialmente facilitada, ya que
con la llegada de cada nuevo gobierno constitucional o de facto se produjo la
modificación de la integración del tribunal. Tal vez en el futuro, la
renovación parcial de los jueces de la Corte, exigirá advertir en sus matices
los cambios en la actuación de nuestro más alto tribunal para darnos cuenta que
estamos ante una nueva etapa.
Se podría intentar sintetizar el casi
siglo y medio de la historia de la Corte Suprema señalando que ella se divide
en dos grandes períodos:
el primero abarca las primeras ocho
décadas de la vida del tribunal, se desarrolla entre 1863 y 1947 y comprende a
las tres primeros etapas de la Corte Suprema antes señaladas. A lo largo de
todas ellas se da un proceso de renovación natural y progresivo en la
integración del tribunal y en cada una sobresale, particularmente en el segunda
y tercera etapa, la figura de algún juez que lidera y da su impronta a la labor
del tribunal;
el segundo período comprende las siete
últimas décadas de la historia de la Corte Suprema, en tre el juicio político
de 1947 y nuestros días, y se caracteriza por la sucesión de nueve
integraciones diversas del tribunal, que se corresponden con los cambios de
signo político que experimenta el gobierno del país a lo largo de todos esos
años. Cuatro de esas integraciones fueron designadas por los diversos gobiernos
peronistas que en distintos momentos llegaron al poder a través de elecciones
generales (1947-55; 1973-76; 1990-2003; 2003- ); tres de ellas por los
distintos gobiernos de facto que existieron en la segunda parte del siglo XX
(1955-58; 1966-73; 1976-83); una por el gobierno desarrollista de Arturo
Frondizi (1958-66) y otra por el Presidente radical Raúl Alfonsín (1983-1990).
Entre 1863 y 1930 hubo tanto continuidad
constitucional con el sucederse de los distintos gobiernos de acuerdo con las
disposiciones de nuestra Carta Magna, como estabilidad institucional en la
renovación de la Corte Suprema. Entre 1930 y 1947 se quebró la continuidad
constitucional con los golpes de estados de 1930 y 1943, pero se mantuvo la
estabilidad institucional en el máximo tribunal. Entre 1947 y 1983 hubo
inestabilidad tanto en el orden constitucional, con la alternancia entre
gobiernos democráticos cada vez más cortos y regímenes de facto cada vez más
extensos, como en la integración del máximo tribunal a raíz de las renovaciones
masivas de sus ministros. Desde 1983 hasta nuestros días hemos recuperado el
orden constitucional con el sucederse de distintos gobiernos provenientes de la
elección popular, pero aún no se ha recuperado plenamente la continuidad y
estabilidad en la integración de la Corte Suprema a raíz de su ampliación
dispuesta en 1990 y los juicios políticos a varios de sus integrantes que se
llevaron a cabo entre 2003 y 2005. Es de desear y esperar que en los próximos
se consolide tanto la continuidad constitucional, que ya lleva más de cinco
lustros, como la estabilidad institucional de la cabeza del Poder Judicial.
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