Una Real Cédula del 19 de octubre de 1768 disponía que
para poder inscribirse como abogados en la matrícula habilitante, los graduados
debían practicar cuatro años ene el bufete de un letrado desde la obtención del
diploma y aprobar después un examen ante la Real Audiencia de la jurisdicción.
Durante los años de práctica , esta suerte de tutoría
se cumplía bajo exclusivo control del letrado adiestrante. Llegado el caso de
matricularse o de cambiar de jurisdicción , el titular del estudio expedía , a
solicitud de sus practicantes, un certificado en que constasen sus aptitudes y
desempeño en las tareas.
El estilo de esas constancias nos ilustra acerca de
algunas cualidades valoradas en las pasantías, al tiempo que resulta útil para
recrear varias actividades cumplidas por los practicantes. Así, por ejemplo, el
8 de enero de 1770, el canónigo doctor Juan Baltasar Maziel, inscripto ante la
Audiencia de Charcas, certificaba en Buenos Aires que el bachiller Facundo de
Prieto y Pulido había concurrido diariamente a su estudio desde marzo de 1769
para perfeccionarse en la teoría y práctica de la abogacía "ya confiriendo
los puntos de Derecho que se le ofrecen, ya buscándolos en los autores más
clásicos y que los tratan con arreglo a nuestras leyes, en cuyo ejercicio han
sido tan considerables los progresos que ha hecho su aplicación sostenida de la
viveza de su ingenio y singular capacidad de su talento, que con todo seguro se
le puede fiar los asuntos de mayor gravedad. Y en efecto, cerciorados todos de
esto mismo, el primer pasoque hace cualquiera que tiene algún negocio o punto
que deducir al fuero contencioso, es empeñar en su defensa al enunciado Don
Facundo, teniendo por un pronóstico favorable del buen éxito de su causa el
hecho sólo de franquearse a su patrocinio y dirección."[1]
Varios días después,el 19 de enero de 1770, el doctor
José Luis Cabral, también matriculado ante la Audiencia de Charcas, escribía
sobre el mismo practicante: "Ha frecuentado mi estudio , coadyuvando al
despacho de las causas que han corrido bajo mi patrocinio, en cuyo ejercicio ha
manifestado su sobresaliente capacidad, viveza y aplicación, como también el
estar suficientemente instruido en el método que deben seguir los juicios para
poder por sí dirigirlos." [2]
El 15 de setiembre de 1773 otro letrado, José Vicente
Carrancio, certificaba que Prieto y Pulido había concurrido a su estudio,
"registrando con suma aplicación las leyes y doctrinas que convenía, y
conferenciando los puntos dudosos que se ofrecían, habiendo ejecutado lo mismo
en otros de los estudios de los demás abogados que hay en esta ciudad, y en
cuyo ejercicio ha alcanzado acompañado de su sobresaliente ingenio y capacidad,
y de su continuo estudio, el instruirse perfectamente en esta ciencia legal así
en la teoría como en la práctica para el método y orden con que se deben seguir
las causas, pudiéndolas dirigir por sí con entera satisfacción" [3]
El tiempo de práctica se redujo considerablemente a
partir del año 1780, cuando comenzó a funcionar en Charcas bajo la dirección de
un Oidor la Real Academia Carolina de Practicantes Juristas. Durante poco más
de dos años se tramitaban en ella casos ideales, estudiando la legislación
usual y los procedimientos judiciales . Concluído el apredizaje, el candidato
rendía un examen final ante la Audiencia.
Instalada por fin la Audiencia de Bs As en 1785, se abrió bajo su control una nueva
matrícula para abogar. El tiempo de práctica previsto por la Real Cédula de
1768 casi doblaba el exigido por la Academia Carolina, pero la reciente
instalación del tribunal, la existencia de nuevas oficinas, el creciente
comercio portuario, la expansión de la ciudad y el rápido aumento de la
población, contribuían a hacer atractivo el foro porteño para muchos graduados
deseosos de realizar una lucrativa carrera. Los interesados en ejercer la
profesión en estas playas cumplían en consecuencia la pasantía en los bufetes
designados por la Audiencia, examinándose por fin ante el mismo tribunal. La instalación de una academia de práctica
forense habría de demorarse todavía 30 años.
Independientemente de la designación hecha por la
Audiencia, los interesados podían además completar su entrenamiento libremente
con cualquier otro mentor. El doctor Gregorio José Gómez, por ejemplo, fue
admitido para practicar en el estudio de Antonio Domingo de Esquerrenea
(matriculado en 1793 y después Camarista). Sin perjuicio de ello concurría
también regularmente al bufete de otro letrado más antiguo, Justo Núñez
(matriculado en 1789)[4]
También en Charcas se entendía por entonces que el
hecho de concurrir a la Academia no significaba tener que privarse de recibir
otros auxilios. El joven Mariano Moreno (matriculado en Bs As en 1805) había
concurrido a la Academia Carolina en Chuquisaca, pero pasó también por el
bufete del abogado Esteban Agustín Gascón. El 25 de mayo de ese año, Moreno
pedía a Gascón que se sirviese certificar como cierto que "antes de ingresar
a la Real Academia de práctica asistí a su estudio anticipadamente en la
práctica del Foro." El mismo día recibió la constancia que pedía.[5]
Es indudable que la pasantía
contribuyó al crecimiento del profesionalismo en el foro porteño. El entrenamiento
cumplido en el estudio de un letrado familiarizaba aún más al practicante con
las obras conocidas en las aulas. El letrado, enriquecido por la experiencia,
presentaba al pasante un juicio maduro, que este concordaba con la poca o mucha
ciencia recibida, y con la poca o mucha ciencia recibida, y con sus ilusiones,
en la cotidiana realidad de aplicación del Derecho.
Producida la revolución, el acta del
cabildo del 25 de mayo de 1810 establecía que los integrantes de la Junta
quedaban excluídos de ejercer cualesquiera funciones judiciales, controlando la
Audiencia , como antes, la matrícula de abogados. Al suprimirse la Audiencia,
la Cámara de Apelaciones se hizo cargo de la matrícula por tratarse de un
asunto que en la época se siguió considerando sujeto a superintendencia
judicial.
Al instalarse en 1815 bajo la dirección del
tribunal la Academia de Jurisprudencia, el tiempo de práctica se redujo a tres
años con asistencia a sus reuniones, pero -igual que en Chuquisaca- los bufetes siguieron recibiendo más o menos
practicantes, de acuerdo al prestigio de su director.
La subsistencia del adiestramiento práctico
no resultaba chocante para la sensibilidad de la época. Predominaba entonces el
concepto- heredado de tiempos más antiguos- de que no se podía ejercer la
profesión únicamente pane lucrando sino que el letrado debía poner también sus
conocimientos al servicio de los aprendices deseosos de integrar lo que se
llamaba todavía el gremio de los abogados. La historia del foro de Bs As nos
proporciona abundantes ejemplos:
Manuel Bonifacio Gallardo ( matriculado en
1817) recibió en su estudio a Florencio Varela y a Baldomero García. Por
circunstancias política conocidas. Varela tuvo que matricularse en Montevideo,
donde fue secundado por Miguel Cané padre.
Baldomero García (matriculado en 1830) que fue hombre
de convicciones federales, mantuvo en ese entonces unos de los bufetes más
exitosos de Bs As. Aunque era de ordinario tartamudo desplegaba una elocuencia
forense incontenible cada vez que trabajaba. Incansable en la tarea, agotaba a
sus pupílos caminando entre libros abiertos, que leía y citaba en continuo
movimiento. Así dictaba sus escritos y así lo ha evocado con afecto uno de sus
pasantes más queridos.[6] Pasaron por su estudio Mariano Gascón ( matriculado
en 1838), José Benjamín Gorostiaga( matriculado en 1846), Miguel Navarro Viola
(matriculado en 1851), Marcelino Ugarte (matriculado en 1852), Bernardo de
Irigoyen (matriculado en 1857) y Benjamín Victorica (matriculado en 1864)
Pese a que la
Academia de Jurisprudencia seguí funcionando [7],
todos los estudios de l Bs Asrosista recibían aprendices. Así Dalmacio Vélez
Sarsfield ( matriculado en 1823) certificaba el 28 de noviembre de 1838 por
nota dirigida a ella, que "el presbítero Don José Corta se ha adscripto a
su estudio en calidad de practicante" agregando que "lo hace para lo
que esto pueda importar al objeto de su solicitud".[8] Poco por cierto importó. Corta no llegó a
matricularse en Bs As y Vélez Sarsfield, sospechado de salvaje unitario vio languidecer
su estudio en poco tiempo. Durante un año entero "la sombra de un cliente
no oscureció la luz de las puertas de su estudio", escribió su amigo
Sarmiento en 1875.[9]
Treinta años después, el letrado cordobés
prácticamente lideraba con su ciencia el foro de Buenos Aires. Algunos pasantes
de su estudio alcanzaron también a su tiempo fama y honores, como Luis V.
Varela ( matriculado en 1869) y Victorino de la Plaza ( matriculado en 1870),
quien finalmente heredó por testamento el estudio dels codificador y, llevado
por exigencias de la vida diplomática, estableció en Londres una sucursal que
luego mantuvo.
Mucho más éxito que Vélez durante la época de Rosas
tuvo Lorenzo Torres ( matriculado en 1829). Trabajaron en su estudio Miguel
Esteves Saguí ( matriculado en 1840), Marcelino J. Carballido ( matriculado en
1842) y Bernardo de Irigoyen, que también lo hizo en el bufete de García.
Producida la caída de Rosas, nuevas estrellas
brillaron en el Foro. El futuro presidente del Colegio de Abogados, José Roque
Pérez ( matriculado en 1839) pudo formar a su lado a Nicolás Avellaneda
(matriculado en 1862) con quien luego se asoció, a Juan Agustín García padre, y
a Luis Lagos García ( matriculado en 1868).
José benjamín Gorostiaga, antiguo pasante de Baldomero
García, adiestró a su vez en la profesión a Vicente Gregorio Quesada (
matriculado en 1855) y a Carlos Pellegrini (matriculado en 1871)
José María Moreno, sargento mayor de artillería en
plena juventud (matriculado en 1865) se asoció al auditor de guerra Ceferino
Araujo ( matriculado en 1859).
En ese estudio practicaron Angel Garay ( matriculado
en 1875) , José Matías Zapiola ( matriculado en 1875), por breve tiempo Rafael
Calzada ( matriculado en 1877) y Emilio Carranza ( matriculado en 1879).
Tras la aparición de la cátedra de procedimientos, en
5 de octubre de 1872, se abrió una nueva etapa para la enseñanza práctica. La
Academia de Jurisprudencia y la nueva
Facultad de Derecho, creada en 1874 , comenzó a otorgar luego el título de
abogado.
Aunque los bufetes no dejaron de recibir a nuevos
practicantes que deseaban completar su entrenamiento, la pasantía ya había
entrado en el campo del pasado. La hemos evocado como el reflejo de una
sociedad dispuesta a reconocer abiertamente la eficacia del entrenamiento
empírico para iniciar correctamente a los graduados en el difícil arte de
reclamar justicia.
[1] Ricardo Levene, HISTORIA DEL DERECHO ARGENTINO, Bs As, 1946, Tomo III, pág.425
[2] Op.cit. T.cit. pág.420
[3] Op. cit. T.Cit. pág.426
[4] Juan María Gutiérrez, ORIGEN Y DESARRLOLLO DE LA ENSEÑANZA PUBLICA
SUPERIOR EN BS AS , 1915. Pág. 543
[5]Mariano Moreno RECOPILACION por Román Francisco Pardo. Instituto
Bonaerense de Numismática y Antigüedades . Bs As , 1960. Pág. 81.
[6] Miguel Navarro Viola. EL DR DON BALDOMERO GARCIA, RECUERDOS
BIOGRAFICOS. BsAs , 1870
[7] Alberto David Leiva. UN REGISTRO DE EJERCICIOS PRÁCTICOS DE 1838 DE LA
ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA DE BS AS. En Revista de Historia del Derecho, Buenos
Aires, 1975 Tomo 3. Pág. 391 y s.
[8] "Viva la Federación. Año de 1838. Academia de Jurisprudencia
Teórica Práctica. Actuación para la matrícula en ella del presbítero Dr. D.Juan
José Corta" Manuscrito en Biblioteca de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la UBA.
[9] D.F.Sarmiento. Bosquejo de la biografía de D.Dalmacio Vélez Sarsfield.
Bs As, 1875. Pág.44.
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